sábado, 28 de diciembre de 2013

CIRO II EL GRANDE Y LA CONQUISTA DE LIDIA

Me apasiona la historia en general, y por supuesto la historia de Israel en particular. Bien lo sabe mi mujer, que la tengo aburrida todo el día con batallitas. En ocasiones uno tiene el privilegio de leer la historia de algún personaje histórico desde dos perspectivas diferentes. Ese es por ejemplo el caso de Ciro el Persa, también conocido como Ciro II el Grande.

La Biblia nos habla de él (Isaías, Esdras, Daniel 2ª Crónicas). También Heródoto, considerado el padre de la Historia (o de la historiografía), es la fuente más útil para conocer al personaje.

Ciro, príncipe de una pequeña tribu persa (Ansan, al sur de la actual Irán), se rebeló contra el soberano medo Astiages, a quien logró deponer con la ayuda del rey de Babilonia Nabonido, que vio en aquella revuelta una oportunidad de debilitar a los medos, su mayor amenaza. Nabonido lamentaría mucho su acción, ya que hacia el 550 a.C., Ciro había conquistado la capital Ecbátana, destronado a Astiages y anexionado el vasto imperio medo.

Apenas concluido esto, emprendió una serie de brillantes campañas, y sus conquistas se extendieron sobre Lidia, Babilonia, desde el mar Mediterráneo hasta la cordillera del Hindu Kush (Pakistán). Gobernó entre los años 560 al 530aC, y moldeó el destino de tres grandes civilizaciones, trazando las directrices principales sobre las que discurriría la historia de los próximos siglos.

Heródoto nos narra el impacto que supuso la irrupción de Ciro en la parte más occidental de su imperio, ya que era la que más le interesaba al historiador griego. Así, nos habla de un episodio que tiene que ver con Creso, rey de Lidia (en Asia menor). Este, tenía ahora como vecino a Ciro de Persia en lugar de los reyes medos con los que tenía alianzas (estaba incluso emparentado con Astiages), pero una pregunta le perseguía: ¿respetaría Ciro las paz de sus predecesores medos o por el contrario le arrastraría su pasión imperialista e invadiría el territorio de Creso?

Heródoto nos cuenta que Creso no dormía con este dilema, así que pensó que lo mejor sería tomar la iniciativa contra Ciro y dar el primer golpe. Pero claro, una decisión de tal importancia, debía ser consultada con el oráculo de Apolo en Delfos. El oráculo le dio la siguiente respuesta: "Al cruzar el río Halis, Creso destruirá un gran imperio". A Creso eso le bastó. Le pareció que el oráculo le daba luz verde, y cruzó el río fronterizo. Pero el gran imperio que destruyó fue el suyo propio, el de Lidia. Ciro rechazó a los invasores, haciéndoles cruzar de nuevo el río en dirección contraria; los persiguió en su propia tierra, atacó y saqueó Sardis (la capital) y finalmente capturó al propio Creso con vida. Toda Lidia cayó en manos de Ciro, incluyendo todas las ciudades griegas de la costa egea de Asia menor que eran tributarias de Creso.

De nada sirvió todas las alianzas que Creso se había asegurado contra Ciro, entre las que se encontraban la de los mejores guerreros griegos, los lacedemonios (espartanos).

Nos podemos imaginar la alarma y pavor que Ciro generó en las clases gobernantes del Imperio Babilónico, y la palpitación de esperanza en los corazones de las razas sometidas por Babilonia cuando empezaron a llegar estas noticias. Una de estos pueblos eran los judíos, que se encontraban desplazados de Palestina y cautivos en Babilonia. Ciro añadió Babilonia a sus conquistas el 12 de octubre de 539aC y entró en la ciudad el 29 del mismo mes. 

En este contexto es cuando vamos a la Biblia. En el libro de Isaías encontramos una serie de profecías, en las que el profeta repite una y otra vez que Dios es soberano, que gobierna las naciones y que su propósito último es que sea universalmente conocido. Y así, presenta a Ciro como un personaje levantado por Dios para cumplir, aunque sea de forma inconsciente, sus propósitos.

Y para demostrar el poder de su palabra, Yahvé, por medio de su profeta, menciona a Ciro antes de que este naciera, predice su imparable ascenso, la posterior derrota de Babilonia, y sobre todo, su condición de instrumento en las manos de Dios para la liberación de los exiliados y la reconstrucción de Jerusalén.

"Así dice el Señor a Ciro, su ungido,
a quien tomó de la mano derecha
para someter a su dominio las naciones
y despojar de su armadura a los reyes,
para abrir a su paso las puertas
y dejar abiertas las entradas:
«Marcharé al frente de ti,
y allanaré las montañas;
haré pedazos las puertas de bronce
y cortaré los cerrojos de hierro.
Te daré los tesoros de las tinieblas,
y las riquezas guardadas en lugares secretos,
para que sepas que yo soy el Señor,
el Dios de Israel, que te llama por tu nombre.
Por causa de Jacob mi siervo,
de Israel mi escogido,
te llamo por tu nombre
y te confiero un título de honor,
aunque tú no me conoces.
Yo soy el Señor, y no hay otro;
fuera de mí no hay ningún Dios.
Aunque tú no me conoces,
te fortaleceré,
para que sepan de oriente a occidente
que no hay ningún otro fuera de mí.
Yo soy el Señor, y no hay ningún otro.
Yo formo la luz y creo las tinieblas,
traigo bienestar y creo calamidad;
Yo, el Señor, hago todas estas cosas
...
Levantaré a Ciro en justicia;
allanaré todos sus caminos.
Él reconstruirá mi ciudad
y pondrá en libertad a mis cautivos,
pero no por precio ni soborno.
Lo digo yo, el Señor Todopoderoso" Isaías 45:5-6, 13

¿Para qué escogió el Señor a Ciro? Bueno, parece evidente que para vencer a los opresores de de Isarel y facilitar su vuelta a Jerusalén. Sí, es correcto, pero más allá de todo eso y según este pasaje, Dios pone en movimiento a Ciro para que "sepan de Oriente a Occidente que fuera de mí no hay Dios". El mensaje que quiere que llegue a las naciones es que el Dios de Israel es el verdadero, único Dios.

Y la prueba del cumplimiento de estas palabras es que hoy en día hay millones de personas que rinden culto al Dios de Israel, mientras que a Ciro le conocen pocas personas, especialmente los historiadores de la antigüedad.

El propósito de Dios en la historia es traer bendición a las naciones, e Israel era el instrumento para cumplir este propósito, que finalmente cristalizó en Jesús. Y para ello, resulta increíble como sin torcer la voluntad de terceros, estos cooperan en los propósitos de Dios. ¿Qué hubiera pasado si Ciro hubiera perdido esa guerra contra Creso? ¿qué hubiera ocurrido si Creso hubiera recibido la ayuda de sus aliados a tiempo? Probablemente los Babilonios no hubieran sido vencidos posteriormente por Ciro, e Israel hubiera desaparecido para siempre del escenario de la historia. Fin del cuento, fin del propósito de Dios. 

Es increíble como en la historia de los pueblos antiguos, el dios más grande es siempre aquel que más victorias consigue. De hecho, Ciro se ganó a las clases dignatarias de Babilonia presentándose a sí mismo como campeón de los dioses, y tomó la mano de Marduk, dios de los babilonios. Pero en realidad, el Dios más grande debería ser aquel que tuvo la capacidad de predecir e interpretar la historia, de utilizarla para sus propósitos. Tal y como hizo el Señor de Israel. ¿Puede alguna nación alegar algo parecido en favor de sus dioses?

La misión de Israel será llevada a su consumación final por uno llamado "el Siervo de Yahvé", que está íntimamente relacionado con la nación de Israel y sin embargo es distinto de ella. E igual que Ciro, se levanta para cumplir el propósito de Dios, con una diferencia: el Siervo de Yahvé lo hace consciente y gozosamente. La obra de este siervo -que utilizará unos métodos bien distintos a los de Ciro- traerá como consecuencia la redención de su pueblo, y nada podrá torcer sus propósitos, ya que este Dios gobierna la historia y está determinado a cumplir sus promesas.

Sé que la restauración de Israel era parte de los propósitos de Dios, de la misma forma que sé que esa restauración es una sombra de otro tipo de restauración mucho más grande, de una restauración final y decisiva por parte de Dios, cuando en el día final reúna su pueblo restaurado a su alrededor para que podamos recrearnos eternamente en su presencia:

"Cuando Jehová hiciere volver la cautividad de Sion, Seremos como los que sueñan. Entonces nuestra boca se llenará de risa, Y nuestra lengua de alabanza... Grandes cosas ha hecho Jehová con nosotros; Estaremos alegres" Salmos 126: 1-3